11.4.06

Importante por un día

Hoy dejo de lado (pero poco) la habitual acidez de este cuadernillo para comentar una experiencia vivida hace un par de días. La empresa para la que trabajo me “invitó” a asistir como su representante a un acto cultural y presidir la mesa de entrega de premios de un concurso que patrocina. Hasta aquí una burda sosería. Pero la miga llega cuando digo que mis acompañantes en la mesa eran un representante de la Casa Real (que hablaba del Rey como si jugase al parchís con él todos los viernes por la noche) y el máximo representante de la Consejería de Educación y Cultura del gobierno de la Comunidad (la Autónoma, no la de vecinos). Y yo en medio (es un decir porque encima estaba… a la derecha!) de aquellas ilustrísimas autoridades.

En pocas ocasiones me he sentido más fuera de lugar que en ese acto. Era como el típico concursante de Gran Hermano que todos sabemos que va a ser el primer expulsado porque “me cae muy bien, pero es que lo veo así como poco integrado en el grupo”. Y por yo no se qué razón aquellas personas me trataban como uno de los suyos (si ellos supieran…) ¡como un tipo importante! Que si, que si. Compadreando conmigo, contandome sus pareceres políticos de las noticias del día, tratandome con la mayor de las ínfulas que yo recibiré en toda mi vida… Pero como experiencia está bien.

Por una vez he sido como un personaje de la literatura española, uno de los grandes: Sancho Panza. Por un rato goberné sobre la ínsula Barataria.

Eso sí, he de reconocer que se corre el riesgo de que esas cosas se le suban a uno a la cabeza. No estoy muy seguro de qué tal les ha sentado a mis compañeros que los obligase a levantarse para saludarme cuando he vuelto a la oficina…

3.4.06

La belleza veloz

El hastioso concurso de Miss España me ha hecho caer este año en lo ridículo de su título o en lo efímero y pasajero de la belleza. Según rezan los pomposos presentadores y los que propugnan este bochornoso (y abochornado) concurso, en él se elige a “la mujer mas guapa de España”. Pero vamos a ver, álmas de cántaro, la belleza, aunque fugaz, no pasa a la velocidad del bólido de Fernando Alonso, así que ¿me pueden ustedes explicar cómo una señorita puede ser la mas guapa de España solamente durante un año? Que digo yo que si una señorita está de buen ver, lo estará por mas de 12 meses ¿o no?

Entendería yo esto de otra manera si cada dia que pasa las muchachas hermosas y frondosas abundaran como el césped en las piscinas o si proliferasen como los mocos en una guardería de esquimales. Pero no, basta dar un paseo por las calles céntricas de cualquier ciudad para darse cuenta de que, muy a pesar de lo que algunas con aires de divas puedan pensar, la mayoría no llegan a guapas, a no ser que el listón lo ponga Carlos Lozano (capaz de decirle “guapísima, pasa por la pasarela” hasta a Rosa López).

Por esto, creo que el concurso debería desarrollarse de otra forma, y esta es: que se elija a la portadora del título de “mas guapa de España” (o de donde sea, oiga) y que la misma sea portadora del título hasta que otra la desbanque, pero porque sea de verdad más guapa (o porque la anterior se haya arrugado lo suficiente como para dejar de serlo) y no porque cada año quieran sacar a pasear a alguna chica nueva por el mundo. Que no, que las guapas los son por siempre (… … … bueno, aquí reconozco que me he pasado un pelín), y no esta pandilla de niñas sosas de las que nadie se acuerda pasada una semana. Además así no tendríamos que soportar este infierno televisivo al que año tras año nos condena Telecinco.

Pues eso, que así me lo aprendí yo.